jueves, 3 de mayo de 2012

Mona Sahlin och tobleronen

Corre por ahí un mito sobre una parlamentaria sueca que al comprar un toblerone en un aeropuerto en lugar de pagar con su tarjeta de crédito personal, lo hizo con la tarjeta para gastos de su trabajo como parlamentaria. Esto le habría costado su puesto y la inhabilitación para cargo público. Las veces que me contaron esta historia fueron personas suecas queriendo ilustrar la intolerancia a la corrupción en el país. Pero los suecos cuando quieren son un poco exagerados.

La señora en cuestión se llama Mona Sahlin (en la foto), pertenecía al partido social-demócrata, en el momento de los hechos ostentaba el cargo de viceprimera ministra y, buscando en la hemeroteca google, uno descubre que fue algo más que un toblerone. A saber: tener una niñera trabajando para ella sin contrato, no pagar la licencia de televisión, cargar compras personales a su tarjeta para gastos del parlamento por valor de 50.000 coronas (dinero que según parece se demostró que siempre era devuelto), y tener un montón de multas de aparcamiento en un coche que había sido inmovilizado previamente. La solución a este último problema fue un tanto curiosa, pues el parlamento sueco le concedió una plaza de aparcamiento reservada y así se ahorraba las multas.

En comparación con lo que estamos acostumbrados a ver en España probablemente esto sea poca cosa. Pero que hubiese utilizado la tarjeta de crédito para gastos personales fue un escándalo mayúsculo que acabó en juicio, aunque finalmente ella no fue condenada, en una decisión judicial que también fue muy polémica. Dejó la política por un tiempo y en las últimas elecciones se presentó nuevamente por el partido social-demócrata. Ganó, pero no obtuvo la mayoría suficiente como para gobernar y dimitió. Por lo que veo, ya no se dedica a la política.




Fuentes: wikipedia, aftonbladet y lo que me contaron por ahí.
Foto creative commons Socialdemokraterna i Stockholm

1 comentarios:

Josep Junyent dijo...

El problema cuando se habla de corrupción es que lo basamos en la cantidad, el abuso de poder y las "tretas" urdidas. Es evidente que el acto incívico e ilícito, incrementa su gravedad con la concurrencia de elementos conducentes al acto.
En España, el listón de la corruptela es muy alto, cuando en Suecia, lo es tanto en la medida de una corona como del límite que se quiera poner.Cuestión de respeto a la sociedad, al cargo y, en definitiva a las libertades del país.

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